lunes, 26 de agosto de 2024

al pibe de rulos lo volví a ver de lejos varias veces en el subte y una vez reunido corrigiendo algún proyecto y teniéndose que ajustar a los requerimientos del dueño de todo esto. 

a él le costaba mucho terminar las materias porque no llegaba y no entregaba y recursaba. eso le pasó en la materia que hicimos juntos, que cursaba por segunda vez.

nos tocó analizar una obra y elegimos una de tadao ando, una iglesia con un lago y una cruz.

ese lago y esa cruz, a determinada hora del día, cobraba tal inmensidad que te dejaba solo mirando, sin intensión de nada mas.

la cruz suscribía todo, y ese fue nuestro análisis.

a lo del pibe de rulos fuimos en el fitito de agustín, que no recuerdo que hizo para el trabajo pero si me acuerdo que escuchamos en el auto laura no está, y a la vuelta era casi ya de mañana, nos pasamos en la autopista y bajamos marcha atrás. 

la casa del pibe con rulos quedaba en lanús y tenía una parra en un patio y atrás un quincho, donde hicimos el trabajo.

ese quincho tenia una ventana con vidrio repartido, que daba a la parra y que, a determinada hora del día, la luz, el color violacio de la parra, las cruces de la ventana y el destello te dejaban sin palabras, y todo se transmitió a esa entrega y a ese camino de regreso al alba.



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