En Diaz Velez hay una casa
con un local en el frente,
que siempre cambia de rubro.
Pero atiende el mismo señor,
que es tan alto que casi, no se le ven los ojos
Desde el fondo de mi casa
se ve el fondo de su casa.
Ahora remodelaron,
pero antes
tenía una pérgola
con un enanito azul
que asomaba
Y una enredadera, que subía
y llegaba a otros patios,
que se sucedían uno tras otro
hasta un edificio antiguo
que tenía el frente de cara de payaso,
con ojos en cruz, y una lágrima
Un atardecer me encontró,
en el segundo balcón de mi casa
remontando un barrilete,
Que se me escapó y entonces
me subí a un balcón vecino,
y de ahí, a un techo de chapa,
y luego a otro, y a otro.
Y llegué
donde llegan los gatos
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